Mª Asun Ibarrondo comenzó a trabajar a los catorce años. “En aquella época, si no tenías posibilidad de seguir estudiando había tres opciones: cuidar niños, ir a una fábrica o servir en un bar o un restaurante”,recuerda. A ella le tocó la tercera opción. Era, el de la hostelería de entonces,un mundo duro, de larguísimas jornadas,para mujeres y hombres aunque “ellos siempre disponían de más tiempo libre que nosotras”. Con el paso del tiempo, y tras haber trabajado en numerosos locales,entre ellos, el Rocamar de Algorta, que le supuso un valioso aprendizaje, regentó el restaurante propio: el Boroa, en Amorebieta,reconocido con una estrella Michelín y recientemente con el Premio Best Of Bilbao Rioja. Por supuesto, hay días complicados en este trabajo, y para combatir el estrés, Mª Asun tira de la lectura de Indra Davi y de paseos por Laga o Laida.
–La decisión de abrir un restaurante entrañaría, seguro, aún más trabajo, pero también muchísimas satisfacciones.
–Creo que el destino te ofrece oportunidades y te va poniendo trabas para que vayas creciendo personal y profesionalmente.Hasta que un día decides dar el salto y hacer realidad tus sueños. Y Boroa ha sido eso: un sueño hecho realidad. Y la verdad es que me ha aportado muchísimas cosas,y muchas más satisfacciones que sinsabores.
–Hablando de satisfacciones, acaban ustedes de ganar el Best Of Bilbao Rioja.
–Así es, hemos ganado en la categoría de restaurantes y, por tanto, hemos sido finalistas en la categoría general. Es un apartado en el que debo felicitar a los dos sumilleres.
–En septiembre su equipo viajó a Nueva York para mostrar la gastronomía vasca.
–Sí. Es un evento organizado por el Ayuntamiento de Bilbao y la Diputación Foral de Bizkaia para promocionar allí la cocina vizcaina. Y hemos tenido la oportunidad de mostrar nuestra cocina que está
dentro del movimiento Slow Food y Km 0, que diferencia los productos de temporada y cercanas al restaurante.
–A usted, la Federación Española de Hostelería le reconoció en 2010 como la mejor profesional del País Vasco. Un honor, claro.
–El premio se otorgó en reconocimiento de la labor de las mujeres hosteleras, y me eligieron para representar a las hosteleras del País Vasco. Me llenó de orgullo estar ahí en representación de todas las compañeras de profesión.
–Al Boroa se le concedió una estrella Michelín, una distinción de mucha repercusión. ¿Nota que haya atraído a nuevos clientes?
–Opino que tiene demasiada repercusión mediática, tanto para bien como para mal. Se halaga demasiado cuando te la conceden y se desacredita más de la cuenta cuando te la quitan. Es una presión
y una responsabilidad añadida a lo que supone el día a día, que ya de por sí es un reto porque hay que quedar bien con los clientes de siempre y con los nuevos que vienen con diferentes expectativas.
–¿Qué se puede expresar a través de una carta y de un espacio?
–Creo que un sentimiento de amor en lo que haces y quieres transmitir al cliente en cada plato cocinado, en cada detalle de servicio… y disfrutar haciéndolo. Nuestro objetivo es que el cliente disfrute
de un momento muy especial en nuestra casa.