Los que de niños visitaban asiduamente su pueblo jamás podrán olvidar aquellos sabores y aromas que ya han pasado a formar parte de sus recuerdos, como el olor a pan recién hecho, la textura de la auténtica leche o el sabor de unos huevos de gallina. En nuestra memoria (y posiblemente sea cierto en muchos casos) jamás hemos probado nada igual. Por desgracia, muchos de estos exquisitos alimentos están muy cerca de desaparecer para siempre.

¿Los motivos?

Encontramos muchos, las zonas de cultivo tradicionales están desapareciendo lentamente, los gustos de los consumidores cambian a la par que se acelera el ritmo de vida y la competencia exterior se hace notar cada vez más. Todo esto unido al hecho de que suelen ser alimentos asociados a profesiones artesanales, cuyos expertos están envejeciendo y en algunos casos no tendrán relevo.

Patata Gorbea

Producto de la selección de las patatas que se cultivaban en Álava, en 1933 aparece la patata gorbea, que en poco tiempo impulsó la economía e ilustró los más selectos platos. Su forma era redondeada, su piel amarilla y su sabor, excelente. Sin embargo, hoy en día, debido al envejecimiento de los productores, la globalización del mercado y el bajo beneficio, esta variedad prácticamente ha desaparecido y tan solo se puede encontrar en un puñado de granjas ecológicas.

Tomate roteño

En Cádiz se cultivaba unos de los mejores tomates hasta que su zona de producción fue pasto de la especulación inmobiliaria. Actualmente, gracias al esfuerzo de algunas familias de la zona y a la Universidad de Valencia, podemos encontrar a algunos agricultores que vuelven a cultivar el tomate roteño.

Arroz senia

Es el arroz con el que se hacía la paella valenciana tradicional y que se cultivaba en los alrededores de la Albufera. Llegó a desaparecer del mercado por su escasa producción pero hace unos años se ha vuelto a poner a la venta gracias a la iniciativa de un productor que conservaba algunas semillas.

Naranja blanca común

Su color es más blanco y su sabor más dulce que el de la naranja común, pero pese a ello, su cultivo desapareció. Hace poco se halló una finca en Alzira que aún tenía estos naranjos (ya centenarios) y una cooperativa se ha puesto manos a la obra para volver a producirlos.

Gallina del Penedés

Procedentes de Vilafranca del Penedés, en Barcelona. Existen cuatro variedades de esta ave y todas han sufrido mucho en los últimos tiempos debido a la competencia de las aves extranjeras. Actualmente, esta especie se considera protegida y existen programas para recuperarla.